Pizcas de historias, relatos que inspiran, cuadros que impresionan o cosas que nos retienen

Pizcas de historias, relatos que inspiran, cuadros que impresionan o cosas que nos retienen
jueves, julio 24, 2008

Una calle en recuerdo a alguien


Ayer le dedicamos una calle a uno que en el exilio una vez dijo: “Defenderé Galicia con razón, sin razón y contra la razón”. Es una calle más o menos importante. Algunos le llaman “la calle”, como si solo existiese esa, puede ser que tengan razón. A partir de ahora, para nosotros será la calle del tío Ramón, para otros será la calle de Pepe dos Cestos y para otros tantos será la calle de un tal Ramón de Valenzuela. En cualquier caso, será nombrado más veces y recordado otras tantas.

Además, en la entrada de la casa donde nació, A Casa da Viña, a partir de ayer también se puede leer y observar una placa, grande, como de bronce: “Nesta casa naceu Ramón de Valenzuela Otero, escritor…”Ahora mismo no recuerdo qué más.

En uno de esos momentos, mientras hablaba otro escritor gallego de esos a los que hacen tantas fotos, me di cuenta de lo honrados que nos sentimos los que llevamos sus apellidos. Yo que nunca llegué a conocerlo y que regresé hace poco por morriña de mis raíces, buscaba ayer en su retrato algún gesto con el que me pudiese identificar.
lunes, julio 07, 2008

Ya no sé qué ser

En ocasiones deseamos tanto unas cosas que cuando llega el momento en que van a suceder, nos detenemos de repente, las vemos y sentimos miedo. Esto es lo que siento yo ahora que sé que me vuelvo a mi tierra, vuelvo a encontrarme conmigo misma, con lo que siempre he sido y con lo que siempre he querido ser. Pero no puedo dejar de pensar que ya no seré nunca más de esa manera, que los años y las experiencias han entrado en mí y me han dado la vuelta.

Mi madre dice que la vida son etapas. Ahora me voy de Barcelona sabiendo que la ciudad, su gente, me ha hecho diferente. Y aunque con ganas, no puedo evitar sentirme triste. He dejado, casi sin querer, pedacitos de mí en todas las esquinas de la ciudad, en sus parques y en sus plazas. Y es difícil despedirse cuando te sabes parte de algo, un mundo que nunca habías imaginado y que se ha entregado a ti, así, sin más. Ahora tengo miedo porque sé que también formo parte de esto.